domingo, 18 de agosto de 2013





Recordemos la preciosa parábola de los talentos, no importa cuantos hayamos recibido, lo importante es no enterrarlos en medio de la indiferencia o la desidia, sino que debemos hacerlos fructrificar pues " al que tiene, más le será dado y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene le será quitado. No podéis estaros quietos en los asuntos del reino eterno. Mi Padre requiere que todos sus hijos crezcan en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Vosotros que conocéis estas verdades debéis rendir cada vez más los frutos del espíritu y manifestar una devoción creciente al servicio altruista. Y recordad que, cuando ministréis aun al más humilde de mis hermanos, hacéis ese servicio para mí.
No nos quedemos quietos, salgamos de la rutina diaria, separémonos de la masa que nos unifica en el consumismo, en la globalización de las Redes sociales y aprendamos a hacer todo ésto si lo estimamos conveniente, pero hagámoslo SABIENDO lo que hacemos o lo que decimos, no seamos títeres de nada ni de nadie, porque nosotros debemos seguir solo la guía de nuestro Espíritu residente, que es quien podrá hacer que nuestra vida día por día sea más fructífera de lo que hoy es.




Podemos ser expertos en la Biblia o en e Coràn  y citar sus pasajes con mucha fluidez, pero ésto de poco o nada nos sirve, porque conocer la enseñanza es algo muy diferente a practicarla en nuestra vida cotidiana. Conocer a Dios con nuestro intelecto es practicamente imposible por las limitaciones de nuestra mente, por éso El no nos pide que ahondemos en misterios interesantes de saber, pero que no tienen mayor repercusión en nuestro avanzar evolutivo, que es lo que realmente importa pues "La comprensión que el hombre tiene de la realidad de la experiencia del culto está principalmente determinada por el estado de desarrollo de su alma inmortal evolutiva. El crecimiento espiritual del alma, tiene lugar de manera totalmente independiente de la autoconciencia intelectual.El culto verdadero, en último análisis, se convierte en una experiencia llevada a cabo en cuatro niveles cósmicos: el intelectual, el morontial, el espiritual y el personal: la conciencia de la mente, el alma y el espíritu, y su unificación en la personalidad

Más que tratar de conocer los atributos de Dios, debemos poner nuestro énfasis en sentirlo en nuestro corazón, no como algo distante y difícil de alcanzar, sino buscarlo en nosotros mismos, porque "el hombre mortal debe, a través del reconocimiento de la verdad, de la apreciación de la belleza, y de la adoración de la bondad, debe evolucionar el reconocimiento de un Dios de amor y luego progresar a través de niveles ascendentes de deidad a la comprensión del Supremo. La Deidad, habiendo sido comprendida así como unificada en poder, puede entonces ser personalizada en el espíritu, para la comprensión y logro por parte de la criatura." y esto no se consigue ni con el intelecto, ni tampoco con la oración, sino mediante la experiencia única de sentir a Dios en nosotros, como una necesidad no de cumplir un mandato, sino como la experiencia personal de tener nuestro propio Pentecostés, nuestra propia unificación con nuestro Espíritu residente.


"La moralidad de las religiones de evolución impulsa a los hombres hacia adelante en la búsqueda de Dios, por el poder motivado por el temor. Las religiones de revelación atraen a los hombres a buscar a un Dios de amor, porque anhelan hacerse semejantes a él. Pero la religión no es solamente un sentimiento pasivo de «absoluta dependencia» y «certidumbre de supervivencia»; es una experiencia viviente y dinámica de logro de la divinidad, basada en el servicio de la humanidad. El grande e inmediato servicio de la verdadera religión es el establecimiento de una unidad perdurable en la experiencia humana, de una paz duradera y de una confianza profunda.


Jesús cuando conversaba con Ganid le explicó con mucha claridad cual era nuestra misión: "no puedes revelar a Dios a los que no lo buscan; no se puede conducir al regocijo de la salvación a las almas que no quieren ser salvadas. Es necesario que el hombre llegue a anhelar la verdad como resultado de las experiencias de la vida, o que desee conocer a Dios como resultado del contacto con la vida de los que han conocido al Padre divino, antes de que otro ser humano pueda actuar como medio para conducir a ese mortal al Padre celestial. Si conocemos a Dios, nuestra tarea verdadera en la tierra es vivir de modo tal que el Padre pueda revelarse en nuestra vida, y así todas las personas que buscan a Dios verán al Padre y pedirán nuestra ayuda para averiguar más acerca del Dios que de ese modo encuentra expresión en nuestra vida." Sin el servicio hacia la humanidad, sin la ayuda silente de nuestro ejemplo no hay evolución real.


El conocimiento sin la práctica puede transformarse en un lastre que impida nuestra verdadera espiritualidad, porque nadie busca lo que ya cree poseer y además el exceso de conocimiento puede transformarnos en orgullosos que menospreciamos y apabullamos a los que saben menos. El otro día aprendí de un amigo que "la enseñanza debe ser como una llovizna que refresca y no como un chaparrón que arrolla" tengamos cuidado con nuestros conocimientos, tengamos tino al querer entregar la enseñanza, porque ella no nos pertenece, sólo somos los mensajeros, recordemos que "el orgullo oscurece a Dios. Si quieres obtener la ayuda del cielo, aparta tu orgullo; cualquier indicio de orgullo obstruye la luz salvadora, como si fuera una gran nube. Si no tenéis rectitud adentro, es inútil que oréis por lo que ha quedado afuera. `Si oigo tus oraciones, es porque vienes ante mí con el corazón limpio, libre de falsedades y de hipocresías, con un alma que refleja la verdad como un espejo




No podemos obviar que" la religión vive y prospera, no por la vista y el sentimiento, sino más bien por la fe y el discernimiento interior. Consiste, no en el descubrimiento de nuevos hechos o en el hallazgo de una experiencia única, sino más bien en el descubrimiento de significados nuevos y espirituales de los hechos ya bien conocidos por la humanidad. La experiencia religiosa más elevada, no depende de actos previos de creencia, tradición y autoridad; tampoco es la religión el vástago de sentimientos sublimes y emociones puramente místicas. Más bien es una experiencia profundamente honda y real de comunión espiritual con las influencias espirituales residentes en la mente humana, y en cuanto dicha experiencia se pueda definir en términos de psicología, es simplemente la experiencia de experimentar la realidad de creer en Dios como la realidad de tal experiencia puramente personal.


A estas alturas, los seres humanos no necesitamos, que supuestas Personalidades nos digan lo que ellos harán para corregir nuestro destino, porque "El Padre Universal no se ha retirado de la administración de los universos; él no es una Deidad inactiva. En este mismo momento, así como durante las remotas eras del pasado y en el futuro eterno, Dios sigue sustentando. El alcance divino se extiende alrededor del círculo de la eternidad. Al universo no se le da cuerda como un reloj que anda por tiempo determinado y luego cesa de funcionar; todas las cosas están siendo constantemente renovadas y mientras nosotros reconozcamos su paternidad y nos entreguemos a su amor y anhelemos hacer su Voluntad, nada tenemos que esperar, ni temer.

Porque, "el género humano en la tierra ha de resolver sus problemas de desarrollo mortal, con la descendencia humana con lo que ya cuenta, no evolucionarán más razas de las fuentes prehumanas, por todo el tiempo futuro. Pero, lo antedicho no excluye la posibilidad de lograr niveles de desarrollo humano muy superiores por medio del fomento inteligente de los potenciales evolucionarios, que siguen residiendo en las razas mortales. Lo que nosotros, los Portadores de Vida, hacemos por fomentar y conservar las especies de vida antes de la aparición de la voluntad humana, ha de hacer el hombre mismo, tras tal acontecimiento y posteriormente a nuestro retiro de la participación activa en la evolución. En modo general, el destino evolucionario del hombre está en sus propias manos, y la inteligencia científica, tarde o temprano, tiene que reemplazar el funcionamiento aleatorio de la selección natural incontrolada y la supervivencia casual.

Para mí estas son palabras vivas, que nos motivan a ser perfectos como lo es nuestro Padre, lo cual con toda sinceridad . No nos dejemos seducir por cantos de sirenas, recordemos que "el hombre es responsable de la determinación de su propio destino. El Ajustador es verdaderamente el camino al Paraíso, pero el hombre mismo debe tomar ese camino por su propia decisión, por su elección del libre albedrío.










El hombre tiene derecho a elegir su propio camino, Dios dio al hombre libre albedrío para que eligiese entre el bien o el mal. Cada cual es libre de hacer su camino, pero recordemos que este tiene una sola bifurcación, el sendero de la izquierda y el de la derecha.

El buscador sincero podrá preguntarse, porqué quiero cambiar, en que quiero convertirme, como quiero cambiar, cuándo, cómo, para qué, por qué medios.

¿Quiero ser semejante al hombre que inventó tal doctrina que se acabará cuando pase de moda y sea suplantada por otra, o quiero ser semejante a Dios que me creó a su semejanza y que me entrega su palabra, que es la misma siempre, y que me ofrece un destino espiritual eterno?.

El no creyente se preguntara ¿Para qué quiero ser mejor si Dios no existe? ¿Para ser sólo un buen ciudadano, un buen profesional, un buen padre de familia etc.? ¿Para qué quiero ser virtuoso si Dios no existe?
Dios nos ha dado libertad para que escojamos nosotros mismos y hallemos el camino que nos conduzca al significado de nuestra existencia.
Comprender que una Mente Superior existe es un proceso interno, iniciado por una inquietud excepcional, el presentimiento de un ser superior, un camino hacia si mismo, un reencuentro de la criatura consigo misma, un descubrimiento de sí. A Dios no se le conoce por la razón sino por la fe, la fe es conocimiento directo.
Debido a que tenemos libre albedrío entendemos porqué el Círculo Consciente de la Humanidad, Maestros Cósmicos, Jerarquías angelicales, llámenle como quieran a las entidades intermedias, no pueden obligar al Hombre a creer en Dios. De aquí que sea su trabajo muchas veces sea infructuoso.
las personas deberían pensar en que la Voluntad del Absoluto sólo llega a la Tierra a través de un número creciente de leyes espirituales y físicas e influencias de misericordia. Aunque nos hallamos alejado de Dios y estemos viviendo bajo 48 órdenes de leyes, y algunos en 52, cayendo la humanidad en general cada vez más en la involución, el amor de Dios se hace presente y espera a que un número grande y creciente de hombres y mujeres de buena voluntad regresemos a Él, y no quedarnos a medio camino pensando, por ejemplo, y creyendo, que el amor de Dios es tan grande que nos perdonará a todos, hagamos lo que hagamos. Hay tantas maneras de justificarnos con falsedades. Si la conciencia del hombre es insensible al reconocimiento de Dios nunca despertará sus facultades superiores que lo ligarán a Él más estrechamente. Los ojos del hombre estarán fijos en el suelo, clavados en la materia, y en ella se hará polvo.





ESPIRITUALIDAD, RELIGIÓN Y LA EXPERIENCIA DE LO DIVINO 


Para evitar confusiones, me gustaría describir lo que comprendo por el término espiritualidad y en qué sentido lo utilizare. La   palabra espiritualidad debería reservarse para situaciones que entrañan una experiencia personal de ciertas dimensiones de la realidad que les dan a la propia vida y existencia en general una cualidad numinosa.

Hasta aquí, nos hemos concentrado en los territorios internos problemáticos o negativos que uno puede atravesar durante la noche oscura del alma. Sin embargo, quienes viven una emergencia espiritual también se encuentran con la luz, y con los dominios celestiales y divinos en su interior. Como es de
esperarse, en general estos estados presentan menos dificultades que los otros. Aunque algunas personas se sienten bendecidas por tales experiencias y están dispuestas a aprender de ellas y a aplicar conscientemente las lecciones que les brindan en su vida cotidiana, estos estados místicos “positivos” no están exentos de problemas; hay quienes se debaten en ellos, y éstos pueden convertirse en parte de su crisis de transformación. Tanto las regiones de luz como las de oscuridad son aspectos norma les e importantes de la apertura
espiritual y, aunque utilicemos los términos “positivo” y “negativo”, con esto no quiero decir que unos sean más valiosos que otros. Ambas áreas son necesarias y se complementan como parte del proceso curativo. Hay quienes
son capaces de conectarse con las áreas positivas o místicas con relativa facilidad en el transcurso de su existencia. Uno mismo puede experimentarlas en actividades simples o en ambientes naturales.

 : Hay momentos de gloria que van más allá de la expectativa humana, más allá de la habilidad
física y emocional del individuo.

Algo inexplicable se apodera de uno y sopla vida en la vida conocida... Llamémoslo estado de gracia, o acto de fe... o un acto de Dios. Está ahí, y lo imposible se hace posible... El místico va más allá de sí mismo; trasciende lo natural. Toca un pedazo del cielo y se convierte en
recipiente de un poder cuya fuente es desconocida. Algunos tienen experiencias místicas durante la meditación, y otros como parte del proceso de transformación dramático y avasallador de una emergencia espiritual. Estos estados sobrevienen de manera súbita, exigen toda la atención y cambian radical y completamente la percepción de uno mismo y del mundo. Pero cualesquiera sean las formas en que lo Divino se introduce en la vida de una persona,Y la cambia de por vida.

Las emociones y sensaciones asociadas a los reinos interiores celestiales son en general totalmente opuestas a las que se encuentran en las regiones oscuras. En vez del dolor de la alienación, uno es capaz de descubrir una
sensación envolvente de unidad e interconexión con toda la creación. En vez de miedo, uno se siente infundido por el éxtasis, la paz y una profunda sensación de ser contenido por el proceso cósmico. En lugar de experimentar
la “locura” y la confusión, se hallan la claridad y la serenidad mental.

En vez de una preocupación apremiante por la muerte, uno se puede conectar con un estado que se percibe como eterno, comprendiendo que uno es, a la vez, su cuerpo y todo el resto de lo existente. Debido en parte a su naturaleza inefable e ilimitada, los dominios divinos son más difíciles de describir que las regiones
oscuras, aunque  místicos de todas las épocas han creado hermosas metáforas para aproximarnos a ellos. En ciertos estados espirituales, uno es capaz de ver al medio ambiente habitual como una creación gloriosa de la energía divina, llena de misterio; todo en su interior parece formar parte de una
red exquisitamente interconectada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario