martes, 13 de agosto de 2013

CÓMO COMPRENDER Y SOBRELLEVAR UNA EMERGENCIA ESPIRITUAL











Las emergencias espirituales pueden darse como estados alterados de conciencia acompañados de emociones intensas, pensamientos extraños, visiones y otros cambios sensoriales, así como también en la forma de diversas manifestaciones físicas. Estos episodios a menudo se relacionan con temas espirituales, incluyendo secuencias de muerte y renacimiento psicológico, experiencias de vidas pasadas, sensaciones de unidad con el universo, encuentros con seres mitológicos y motivos similares. Tales aperturas espirituales llenas de dramatismo entrañan la limpieza definitiva de viejos recuerdos traumáticos y fijaciones de diverso origen. Tanto es el material psicológico que sale a la superficie, que colisiona con las actividades diarias de la persona. Sin embargo, este proceso es, por su misma naturaleza, potencialmente transformador. Los conflictos internos asociados a una emergencia espiritual no siempre son síntomas de una enfermedad, sino que pueden ser la manifestación de un movimiento interior que es curativo e impulsa a la evolución. Si se comprende y trata a las emergencias espirituales como etapas difíciles de un proceso natural de desarrollo, éstas pueden resultar curativas tanto emocional como psicosomáticamente, producir cambios en la personalidad y convertirse en la solución para muchos problemas de la vida.








Las personas que trabajan en el campo de la salud mental y las 
profesiones de asistencia lo encontrarán fascinante y de gran valor.” John Perry, médico y autor de Far side of madness. “Un fascinante trabajo sobre los procesos de transformación. Una lectura esencial para quienes están interesados en el cambio creativo a nivel personal y social.” Frances Vaughan, psicólogo, coeditor de Beyond Ego y Gift of Peace 





LA TORMENTOSA BÚSQUEDA DEL SER 




Gran cantidad de gente está atravesando profundas transformaciones personales relacionadas con la apertura espiritual. En circunstancias favorables, este proceso resulta en una curación a nivel emocional, un cambio radical en la escala de valores, y una profunda percepción de la dimensión mística de la existencia. Aunque para algunos estos cambios son graduales y relativamente suaves, para otros pueden ser tan dramáticos y veloces que interfieran con su efectivo funcionamiento diario. Por desgracia, muchos profesionales de la salud 
con una visión tradicional no reconocen el potencial positivo de estas crisis: las ven como manifestaciones de una en f mental y las tratan con medicación supresiva. En En busca del ser, Christina y Stanislav Grof vuelcan sus años de experiencia personal y profesional sobre estos estados de transformación, para explorar el surgimiento de la espiritualidad con todas sus complicaciones y vicisitudes, para las cuales han acuñado el término emergencia espiritual


El desarrollo espiritual es una capacidad de evolución innata en todo ser 
humano. Es un movimiento hacia la unidad; el descubrimiento de nuestro 
verdadero potencial. Tan común y natural corno el nacimiento, el crecimiento 
físico y la muerte, es una parte integral de nuestra existencia. Durante siglos, 
culturas enteras han tratado a las transformaciones internas como un aspecto 
necesario y deseable de la vida. Muchas sociedades desarrollaron rituales 
sofisticados y prácticas de meditación como maneras de invitar y estimular el 
crecimiento espiritual. La humanidad ha atesorado las emociones, visiones y 
percepciones relacionadas con el proceso del despertar en pinturas, poesías, 
novelas y música, y en descripciones que brindaron místicos y profetas. 
Algunas de las contribuciones del arte y la arquitectura más hermosas y 
valoradas celebran estos dominios místicos. Para algunas personas, sin 
embargo, el viaje de transformación en su desarrollo espiritual se convierte en 
una “emergencia espiritual”, en una crisis en la que los cambios internos son 
tan veloces y los estados interiores tan exigentes que, por un tiempo, a esta 
gente le es difícil manejarse bien en la realidad cotidiana. En nuestro tiempo, 
estos individuos rara vez son tratados como si estuvieran al borde del 
crecimiento interno: casi siempre son vistos a través de la lente de la 
enfermedad y tratados con tecnologías que oscurecen los beneficios 
potenciales que esas experiencias son capaces de ofrecer. En un ambiente 
que brinde el apoyo necesario, y con una adecuada comprensión, estos 
difíciles estados de la mente pueden ser extremada mente benéficos, ya que 
suelen producir una curación a nivel físico y emocional, introspecciones 
profundas, actividades creativas y cambios positivos y permanentes de la 
personalidad.






Cuando acuñamos el término emergencia espiritual, buscábamos 
enfatizar tanto el peligro como la oportunidad inherentes a tales estados. La 
frase es un juego de palabras que se refiere tanto a la crisis o “emergencia” 
que puede acompañar a la transformación, cuanto a la idea de “surgimiento” 
que sugiere la enorme oportunidad que estas experiencias ofrecen para el 
crecimiento personal y el desarrollo de nuevos niveles de percepción. En busca 
del ser es para aquellos a quienes una emergencia espiritual les cambió la 
vida. Es para quienes están experimentando una crisis de este tipo o la han 
experimentado, para sus familiares y amigos, y para aquellos terapeutas, 
religiosos, psicólogos y psiquiatras que se vean envueltos en este proceso, 
extraordinario pero, a la par, completamente natural. También es una guía para 

quienes están embarcados en una transformación personal. Aunque estas 
páginas centran su atención en los aspectos difíciles de las crisis espirituales, 
las lecciones que contienen también se aplican a aquellos para los que el 
surgimiento de la espiritualidad, aun que relativamente suave, es de todas 
maneras desconcertante y por momentos incómodo. Quienes han tenido este 
tipo de experiencia pueden beneficiarse con las sugerencias que aquí se dan 
con respecto a cómo cooperar y beneficiarse con este importante proceso. A 
través de la historia, las personas con intensas crisis espirituales fue ron 
consideradas benditas: se creía que estaban en comunicación directa con las 
regiones sagradas y los seres divinos. Sus sociedades las apoyaron durante 
estos períodos cruciales, ofreciéndoles refugio y suspendiendo sus exigencias 
habituales. Miembros respetados de sus comunidades habían atravesado sus 
propias emergencias espirituales; podían reconocer y comprender procesos 
similares en otros y, por lo tanto, eran capaces de honrar la expresión del 
impulso místico y creativo. Las experiencias, a menudo dramáticas y vistosas, 
se nutrían en la confianza de que esos in dividuos eventualmente retornarían a 
la comunidad con una mayor sabiduría y un aumento en su capacidad para 
manejarse en el mundo, tanto para su propio beneficio como para el de la 
sociedad. Con el advenimiento de la ciencia moderna y la era industrial, esta 
actitud tolerante y hasta estimulante cambió drásticamente. La noción de una 
realidad aceptada se comprimió para incluir sólo aquellos aspectos de la 
existencia que son materiales, tangibles y mensurables. La espiritualidad, en 
cualquiera de sus formas, fue exiliada de la visión del mundo de la ciencia 
moderna. Las culturas occidentales adoptaron una interpretación restringida y 
rígida de lo que es “normal” en la experiencia y la conducta humanas y rara vez 

aceptaron a quienes quisieron ir más allá de esos límites. La psiquiatría 
encontró explicaciones biológicas para ciertos desórdenes mentales: 
infecciones, tumores, desequilibrios químicos y otras afecciones del cerebro o 
del cuerpo. También descubrió formas poderosas de controlar los síntomas de 
varias afecciones cuya causa permanece desconocida, incluyendo las 
manifestaciones de la crisis espiritual. Como resultado de estos éxitos, la 
psiquiatría se estableció firmemente como disciplina médica, y el término 
enfermedad mental se extendió hasta incluir muchos estados que, para ser 
exactos, eran condiciones naturales que no podían deberse a causas 
biológicas. El proceso de la emergencia espiritual, junto con sus 
manifestaciones más dramáticas, devino en ser considerado en general como 
una enfermedad, y quienes mostraban signos de lo que antes era visto como 
una transformación y un crecimiento interior fueron considerados enfermos en 
la mayoría de los casos. En consecuencia, mucha gente con síntomas 
emocionales o psicosomáticos es automáticamente clasificada como víctima de 
un problema de salud, y sus dificultades son consideradas enfermedades de 
origen desconocido, a pesar de que exámenes clínicos y de laboratorio no 
ofrezcan evidencia que apoye esta conclusión. La mayoría de los estados 
alterados de conciencia son vistos como patológicos y tratados con métodos 
psiquiátricos tradicionales, como la medicación supresiva y la hospitalización.
raíz de este estado de cosas, mucha gente que está atravesando un proceso 
curativo natural de emergencia espiritual es puesta automáticamente en la 
misma categoría que aquellos con una verdadera enferme dad mental, en 
especial si sus experiencias causan una crisis en su vida y crean dificultades a 
sus familiares. Esta interpretación se ve impulsada aún más por el hecho de 
que, en gran parte, nuestra cultura no reconoce la importancia y el valor de lo 
místico en el interior del ser humano. Los elementos espirituales inherentes a 
una transformación personal parecen extraños y amenazadores para los que 
no están familiarizados con ellos. En estas dos décadas pasadas, sin embargo, 
la situación ha ido cambiando con rapidez. La espiritualidad se ha reintroducido 
en la cultura a través de un renovado interés en los sistemas de lo sagrado, 
como los que es posible encontrar en las religiones orientales, los textos 
místicos occidentales y las tradiciones aborígenes americanas. Un gran 
número de gente experimenta con la meditación y otras prácticas espirituales; 
otros realizan una autoexploración a través de distintas terapias. Con estos 
métodos se están descubriendo nuevas dimensiones y posibilidades internas. 
Al mismo tiempo, los desarrollos revolucionarios en muchas disciplinas están 
cerrando con rapidez el abismo entre la ciencia y la espiritualidad, y los 
médicos modernos e investigadores en otros campos están adentrándose en 
una visión del mundo similar a la descrita por los místicos. Junto con un 
renovado interés por lo místico, notarnos otro fenómeno: cada vez más y más 
gente tiene experiencias espirituales y paranormales y está dispuesta a hablar 
más abiertamente sobre ellas.






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